DO Ribeira Sacra
La Ribeira Sacra es vino, pero también es paisaje, gastronomía y arte románico.
Los bancales en los que se cultivan sus vides son imagen de una forma de vida y del paisaje que la enmarca. El terreno admite poca mecanización por ello los vendimiadores realizan su trabajo artesanalmente, subiendo y bajando las escarpadas laderas para cuidar con cariño, día a día, sus vides.
Una vez que la tierra y el sol transmitieron a la uva toda su autenticidad y sabor, los racimos se vendimian uno a uno y se depositan cuidadosamente en cajas de veinte kilos. Después son transportados a hombros hasta los caminos o hasta el río para que, con vehículos o barcas, las uvas hagan su último viaje hasta las bodegas.
Las uvas son procesadas en las bodegas donde se conjuga la tradición con la vanguardia para producir unos vinos de características únicas.
Es un trabajo heroico en total equilibrio con la naturaleza y con una tradición milenaria para regalarnos unos vinos de altísima calidad.
Materias primas
Las variedades de uvas empleadas en la denominación de origen Ribeira Sacra son:
- Blancas: albariño, loureira, treixadura, godello, doña blanca, torrontés, blanco legítimo y caíño blanco
- Tintas: mencía, brancellao, merenzao, tempranillo, sousón, caíño tinto, caíño largo, caíño bravo, garnacha tintureira, mouratón y gran negro.
Características del producto
Los vinos tintos, en los que el mencía es la variedad mayoritaria y fundamental, son limpios y brillantes, de capa media alta, con tonalidades que van desde lo rojo cereza al rojo con ribetes púrpura; recuerdan en nariz a los frutos rojos y a la fruta de hueso; acaban, en boca, siendo francos y equilibrados, amplios y de gran persistencia aromática en retronasal.
Los vinos blancos, elaborados fundamentalmente con las variedades godello, treixadura y albariño, siendo la primera de ellas la más abundante, son limpios y brillantes, ofreciendo tonos desde lo amarillo pálido al dorado; francos en nariz, recuerdan a los frutos blancos de pepita y hueso; presentan un gran equilibrio entre acidez y alcohol, siendo el recuerdo a la fruta antes mencionada una característica de su paso por boca.
Los vinos rosados, elaborados fundamentalmente con las variedades mencía, brancellao o merenzao, son limpios y brillantes, abiertos de capa, con tonalidades entre el rosa pálido y el rojo cereza. Sus aromas recuerdan sutilmente a los frutos del bosque y a la fruta roja de hueso. En boca, su equilibrio entre alcohol y acidez da paso a una sensación en retronasal deudora de la fruta antes nominada y persistente.