David

Me llamo David y trabajo como encargado en Leive Ecoadega desde hace algo más de cinco años. Llegué un poco por casualidad. Soy de Vigo y me trasladé a vivir a Ribadavia. Conocía a la persona que desempeñaba este puesto previamente, y fue ella quien me invitó a sustituirla, cuando se vio obligada a dejarlo. No tenía prácticamente ninguna experiencia en el sector, excepto algunos esporádicos trabajos en vendimias. Pero, enseguida me hice con el trabajo y con todo lo que rodea la apasionante cultura del vino y de su elaboración. 
Mi trabajo es muy variado. Al tratarse de una pequeña bodega, tanto atendiendo todas las faenas de los viñedos como las de elaboración de los vinos, embotellamiento, etiquetado y demás procesos de la bodega. Y, como no, también la comercialización, promoción y distribución de los productos. La diversidad de mi trabajo es así de enorme; a veces excesiva, más gratificante por ese carácter global e integral de todo el proceso. 

El proyecto de Leive Ecoadega despierta especial interés por muchas razones. El entorno en la que está ubicada, en el valle del Avia, en Esposende (Cenlle), a un lado del Pazo de Ulloa, hace de su localización un espacio privilegiado. El edificio, que tiene una larga historia, con partes que datan del siglo XVIII, junto con añadidos más modernos. El respeto por el patrimonio, material e inmaterial, el mecenazgo del arte (presente en sus etiquetas) y del diseño, y la implicación en el desarrollo local, hacen de esta bodega algo diferente. También la caracteriza que todos sus viñedos están trabajados con criterios de sostenibilidad, acogiéndose al Consejo Regulador de Agricultura Ecológica de Galicia.

Y algo fundamental: hacemos todo con cariño, pensando en ofrecer la máxima calidad a los consumidores de Leive, que son, para nosotros, más que clientes, amigas y amigos.